Vivir en otro país transformó mi forma de acompañar en terapia

Ir a vivir fuera de mi país fue una de las experiencias más retadoras y transformadoras que he vivido. Dejar lo conocido, aprender a moverme en otra cultura, adaptarme a nuevas formas de hablar, de vincularme, de pedir ayuda… hubo momentos en los que me sentí perdida, desubicada, como si no tuviera un lugar claro en el mundo.

Esa experiencia me enseñó mucho sobre lo que pasa por dentro cuando todo alrededor cambia. Aprendí, en carne propia, lo difícil que puede ser encontrar equilibrio cuando nada se siente estable, y lo valioso que es tener a alguien que te acompañe sin juicios, con paciencia, con humanidad.

Y cuando la ansiedad está presente, esos cambios se sienten aún más grandes, más solitarios, más abrumadores. Por eso decidí formarme en Argentina en Terapia Cognitivo-Conductual: porque quería contar con herramientas concretas y efectivas, que realmente hicieran una diferencia en la vida de otras mujeres que, como yo, han tenido que reconstruirse en medio de la incertidumbre.

Hoy, esa experiencia me acompaña en cada sesión. Me ayuda a escuchar más allá de las palabras, a estar presente con respeto, y a ofrecerte un espacio donde no tengas que cargar con todo sola.